miércoles, marzo 07, 2007

ACERCA DE LOS AMIGOS.

1) Soy un cabrón amiguero al cien por ciento. Hasta el punto que siento que puedo prescindir del amor pero no de la amistad. O en otras palabras: amo a mis amigos y en ese sentido soy capaz de prescindir de la terrible y penosa carga que significa amar.

2) He compartido todo con mis amigos (mujeres, momentos de estrujante belleza o de peligro), me he entregado por completo a ellos porque la amistad entre hombres es tan intensa como despiadada, tan franca como rotunda.

3) Siempre trato de tender vínculos que sean indestructibles con mis amigos: la música, el deporte, algo de literatura; y de ahí deviene la complicidad: el alcohol, el gusto por la mujer, el dolor por la pena que nos aqueje; afinidades pues.

4) Un amigo es alguien a quien puedes dejar de ver durante mucho tiempo y no pasa nada; lo vuelves a ver y la platica fluye como si se hubiesen visto la semana pasada. Entre amigos no caben resentimientos porque no existe el protagonismo... (“repíteme que soy todo en tu vida”), frase que en los labios de una mujer suena a sentencia de muerte, es verdad y no miento.

5) La amistad entre un hombre y una mujer no existe. Es basura. No existe porque apenas se produce el acercamiento, el hombre sublima aquel perfume, aquella lozanía, aquella voz y entonces ya no cabe la sinceridad sino la conquista, la camarería sino el deseo y mas aun si hay de por medio un trago o un toque. Y si no existe el menor deseo, lo único que resta es incomunicación, porque una mujer jamás será capaz de comprender las necedades (necedades, no necesidades) de un varón, su modo tan zafio de razonar ante la problemática que significa estar vivo y sufrir un descalabro tras otro, todos los días, uno tras otro, sin tregua, sin descanso. El hombre se esfuerza por comprender la condición femenina porque lo abruma la necesidad de aproximarse a la mujer, pero la mujer puede pasarse la vida sin hacer el menor esfuerzo por corresponder ese desgaste; le basta con chasquear los dedos para tener al hombre que guste a sus pies. Así no es posible amistad alguna.

6) No hay amistad entre dos hombres que resista el embate del matrimonio. Apenas uno de ellos se casa, (huy hasta escalofríos me da esa palabra; debería estar prohibida por la censura del buen gusto), apenas uno de ellos encamina sus pasos hacia allá, sobrevienen los problemas. Porque la pareja ejercerá su domino, hasta que logre separar a aquellos dos amigos; esto es mas antiguo que la pintura rupestre, pero no falla. Hay una palabra que le encanta pronunciar a la novia esquina con esposa: “Amigotes”. Todos aquellos cómplices que integraban la cofradía pasan a ser amigotes. No importan los códigos inescritos o hablados, los acuerdos entablados en una mesa de noventa por noventa, la amistad se va diluyendo porque es mas fácil ver a un caballo trotar en las calles de Venecia a que una mujer respete el honor del marido. No se estará en paz hasta hacer un jamelgo de aquel potro.

7) Y hasta que se pierde el interés. Entonces el antiguo amigo podrá reunirse con los suyos. Ya paso la época de marcar perímetros, ahora aquella mujer suelta a su hombre como el amo al perro. Porque sabe que volverá, sin duda alguna lo hará que coma de su mano una vez mas. Pero hay algo en ese hombre que se incendia delante de sus amigos, exactamente como cuando era un niño, un adolescente, un adulto joven, y es, la exageración. Porque esa es una de las claves mas poderosas de la amistad: la capacidad de exacerbar los acontecimientos humanos. La mitad de las cosas que se cuentan entre los amigos, de la edad que sean, es exageración, fantasía, ilusión. Naturalmente, el que exagera mas es el mas querido. Uno se acuerda de esas cosas cuando el compa ha muerto.